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Toda secta destructiva que se precie nos inculcará sentimientos de culpa por cualquier cosa, para destruir con ello nuestra auto estima en cuanto que sujetos independientes, pero de lo que más nos hará sentir culpables será de que abandonemos el grupo. Y ello porque el propósito de cualquier líder sectario es retener a sus adeptos de manera perpetua, con absoluta entrega y fidelidad y sin sentido crítico, y por ello uno de los peores crímenes es la deserción. Desde luego que los portavoces de cualquiera de estas organizaciones dirán bien alto que sus adherentes son libres para abandonarlas cuando les plazca, pero la realidad es que esa libertad está condicionada por toda una serie de resortes mentales implantados, entre ellos los sentimientos de culpa que se introducen en las mentes de los adeptos.

¡Prácticamente en todo tiempo y lugar han existido sectas destructivas!
«No son un fenómeno exclusivo de nuestra época.»

Veamos un ejemplo histórico: Todos sabemos que Pitágoras de Samos fue un excelente matemático, una mente privilegiada para su tiempo (siglos VI – V antes de Cristo), pero no muchos saben que también lideró una secta filosófico-mística, afincada en Crotona (sur de Italia): allí retenía a sus alumnos en una especiede comuna en la que estaban sometidos a un riguroso régimen de vida para su “purificación”.

Secta de Pitágoras
Secta de Pitágoras

Dichos alumnos eran libres para marcharse si querían, pero “cuando un novicio salía voluntariamente del instituto para continuar su vida vulgar”, tal y como narra Edward Schuré en su libro “Los Grandes Iniciados”, los alumnos que se quedaban le organizaban un entierro simbólico:

“…le elevaban una tumba en el recinto consagrado, como si hubiera muerto. El maestro decía: “Está más muerto que los muertos, puesto que ha vuelto a la mala vida; su cuerpo se pasea entre los hombres, pero su alma ha muerto; llorémosla”. Y aquella tumba elevada a un vivo le perseguía como su propio fantasma y como un siniestro augurio”.

 

Foto de Catharose de Petri
Catharose de Petri

Catharose de Petri, líder fundadora de la “escuela” rosicruciana a la que pertenecí, sabía muy bien cómo disuadir a sus alumnos de abandonar el grupo que lideraba, inculcándoles un intenso sentimiento de culpa para ese supuesto de abandono, como hizo constar en su libro “La Triple Alianza de la Luz”:

“… fueron los tocados pero que querían servir a Dios y a Mamón; que fueron tocados, pero fueron invadidos de angustia y de temor ante sus perseguidores; tocados que huyeron y abandonaron a sus hermanos y hermanas que permanecieron firmes e inquebrantables. Tocados que llegado el momento renegaron de la Luz; tocados que incluso en ciertos casos, en la hora del peligro, mataron a sus hermanos” (se refiere a quienes, en tiempos de los cátaros allá por los siglos XII – XIII, abandonaron el catarismo; los cuales vendrían a ser algo parecido a una anterior encarnación de los actuales alumnos a los que se dirige, los cuales tendrían esa “asignatura pendiente”).

La Triple Alianza de la Luz de Catharose de Petri
La Triple Alianza de la Luz

 

Y continúa: “¡Tengan esta inexorable verdad ante sus ojos! Microcósmicamente hablando, fueron los que clavaron en la Cruz a nuestro Señor, en la persona de los hermanos y hermanas que traicionaron, abandonaron y renegaron. Por esto, amigos, la sangre inocente de esos mártires es como un fuego, un fuego de infierno magnético que les ha quemado, pues un tocado nunca puede borrar la marca de esta deuda en la sangre. ¡Un tocado no puede librarse nunca de esta marca en la sangre! Estos tocados se encuentran actualmente en este Templo”. Es más: “Aquél que ha visto una vez la Luz y ha sido tocado por ella, y no viene, queda marcado por la Luz, es marcado por el Fuego de Hermes, con la señal de la culpa”.

No hay duda de que en todas las sectas destructivas existen imprecaciones parecidas o equivalentes para inducir en sus seguidores un profundo sentimiento de culpa en caso de abandono. La idea es siempre que quien ha conocido «la Luz» o «la Verdad» no puede volver a su antigua vida, que se supone vulgar y disipada en contraposición a la pureza o la sabiduría que había alcanzado, y por ello no es legítimo marcharse; aunque, supuestamente, exista libertad para hacerlo.

“Desde las altas esferas sectarias”
¡Una anécdota curiosa!

("Samael Aun Weor"), Víctor Manuel Gómez
«Samael Aun Weor»,
Víctor Manuel Gómez

Según narraba el líder de una de las muchas ramas actuales del Movimiento Gnóstico, cuyo nombre rimbombante omitiré, ocurrió lo siguiente cuando todavía vivía Samael Aun Weor (líder fundador) y dicho movimiento se mantenía unido: Una noche Samael regresaba a su domicilio acompañado de un íntimo colaborador (el propio narrador) quien fue testigo del hecho. El caso fue que el referido “Maestro”, al llegar a casa, se encontró allí con otro destacado colaborador, alumno muy avanzado, con el cual no esperaba toparse (pese a los enormes poderes divinos que poseía). Sorprendido, le preguntó qué hacía ahí (tampoco esto adivinó), a lo que el interpelado respondió que había venido a despedirse, pues abandonaba la Gnosis y ya no reconocía más a Samael Aun Weor como Maestro, renegando de todo lo que había aprendido en dicha organización. Cuando este señor se marchó, el “Venerable Maestro” se dirigió al colaborador que le había acompañado y que se mantenía fiel a la Gnosis, diciéndole: “¿Has visto a este hombre? Pues no sabe lo que ha hecho, ya que se hallaba muy avanzado en el camino de auto realización, había superado la quinta serpiente; y en el último momento ha fracasado con esta traición. Ahora ya no es absolutamente nada”.

Huelga decir que entre los gnósticos, como en toda secta, hay pocas cosas tenidas en peor concepto que un abandono. Algunos años después de marcharme de este movimiento, lo que fue hace más de tres décadas, una ex adepta me contó que el instructor local encajó muy mal mi salida, y escarnecía la memoria de mi persona ante los que permanecían en el grupo, teniéndome por un fracasado y por un ejemplo a no seguir.

Pues sí: si has pertenecido a otra de las muchas sectas destructivas que existen en el mundo, y que hacen sentir culpables a sus ex adeptos cuando las abandonan, sepas que tu caso no es excepcional y que te pasa lo mismo que a los miles y miles de ex adherentes de cualesquiera otras sectas.

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