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Mientras fui miembro de la Asociación de Swami Sananda, gocé de la aceptación, aprecio, protección y respeto de todos, por el rol respetable que desempeñaba dentro del grupo. Por eso, me sentía compensada y tranquila; me reconocían como una iluminada. El estado emocional que sentía por causa de la aceptación y reconocimiento que recibía de todos, me hacía sentir con una sensación de paz, y con deseos de amar y comprenderlos a todos. Todo era en retribución por la manera en que me trataban, a pesar de lo mucho que aquello me costaba, porque mi compromiso de trabajo en el grupo estaba sometido a cumplir con las exigentes demandas de Swami Sananda, que me dejaban sin tiempo para descansar, ni para cumplir bien con mis responsabilidades familiares. En adición, enfrenté graves problemas económicos, conflictos con mi familia y terminé alejándome de la mayoría de ellos. Sin embargo, todos esos problemas dejaron de preocuparme, por la fuerte presión que sentía de parte del grupo de la Asociación de Swami Sananda. Necesitaba mantener mi dignidad y respeto de parte de ellos. Me estresaba la idea de fallarle al ‘Maestro’ y terminar siendo humillada ante todos, como solía ocurrirle a varios que eran menospreciados por pretender cumplir, mintiendo y siendo irresponsables con sus compromisos.  No me di cuenta de que sentía la necesidad de demostrarles a todos que yo no era como esa gente; y por lo tanto, merecía ser admirada y respetada. Por eso, me esforzaba mucho en actuar con gran devoción al cumplir con los compromisos que había asumido. Para hacerlo bien evidente expresaba públicamente lo agradecida que me sentía por todo lo que el  ‘Maestro Swami Sananda’ había hecho por mí. No estaba consciente de lo profundo que era mi temor a ser despreciada por todos, si él me acusaba de alguna falla, ya que todos lo idolatran. Parte del temor que me obligaba a cumplirle a él era ése, y la otra parte era el temor que me atormentaba por las catástrofes que él profetizaba.

Ahora me doy cuenta de lo que lo único que yo quería era sentirme amada, respetada y valorada; pero mi problema fue también el haberme convencido de que él decía únicamente la verdad, de que él era la honestidad en su máxima expresión; y por lo tanto, mejor persona que yo, al punto de ser una divinidad.

Me fui enroscando en un escondido espiral sin retorno, cuando creyendo en las historias y cuentos que relataba, cambié mis convicciones y formas de pensar. Creí que tenía que seguir estrictamente todas sus instrucciones, porque él era un ser “Iluminado”, como si fuese un dios en la Tierra.

Es increíble como llegué a creerme los cuentos que Swami Sananda hacía, como si fuesen auténticas noticias, las cuales se transformaban en desesperación y angustia dentro de aquellas cuatro paredes del local de su asociación. Ahora es cuando me doy cuenta de lo frustrante que era mi esfuerzo en querer solucionar algo totalmente ‘irreal y ficticio’, y el gran desperdicio de tiempo y energía en intentar evitar las catástrofes inventadas que él nos advertía, pero que jamás ocurrirían.

Es lamentable el control ejercido por la manipulación egoísta de otros. Ojalá y los que aún siguen siendo controlados por un líder, tan narcicista y egoísta como éste, pudiesen despertar. Si lo hiciesen experimentarían una gran sensación de alivio y liberación. En adición, recuperarían también una sensación de tranquilidad, al poderse liberar del estrés opresor que se siente allí, acompañado de un mayor sentido de seguridad en uno mismo. Swami les induce inseguridad en sí mismos para que puedan poner en él, su ‘amado maestro’, toda su confianza, y así él pueda dirigirles en todo lo que hagan. Los que hemos sido víctimas de la manipulación psicológica de un líder sectario hemos sufrido una tortura emocional muy difícil de comprender, para quienes no lo han vivido.

Le puse muchísimo empeño y gran esfuerzo en no fallarle, pero inevitablemente un día me invadió la obscuridad de ser “expulsada”, por no haber podido cumplir a tiempo con un informe, y por no haberlo preparado en la forma exigida. Swami Sananda me criticó fuertemente ante todos por no haber podido cumplir con «los plazos», y a pesar de que lo llamaba ‘mi amado maestro’, cuando me refería a él, me humilló fuertemente con una expulsión. Expulsarme fue posiblemente un acto premeditado, porque yo ya sabía demasiado, y varias cosas que él hacía me las estaba yo cuestionando, a pesar de que intentase justificarlo. Realmente iba a terminar dándome cuenta de que su proceder no era correcto ni justo. Lo que pasó fue que llegué a tener mucha comunicación con él, porque todo él me lo encomendaba, tanto dentro de mi trabajo particular, como las encomiendas que recibía sobre cualquier tema personal de él, que le fuese de urgencia.

Estuve más de una docena de años sirviéndole con devoción, y cuando salí fue como comenzar de vuelta y nacer de nuevo. Volví a reconectarme con quienes había perdido contacto por años. Fueron muchos años durante los cuales dejé de ver a seres queridos de mi familia; lo cual me duele mucho. Desperdicié mi valioso tiempo en servir a un ser humano miserablemente egoísta, que no le importa destruir la vida de gente buena con todos sus engaños.

A él no le importa robarle los años de la vida de nadie. Sólo le importa ganar beneficios para él, a costa de las necesidades e intenciones de otros. Me duele el tiempo que desde mi juventud perdí por culpa de él. Lamento el tiempo de vida que le dediqué al grupo y lo que realmente me humilla es la vergüenza de haber desarrollado por él “tan ferviente devoción”. Lo único que puedo agradecerle es mi “expulsión”, porque quedé liberada de su cruel calabozo. 

Inicialmente al momento de mi expulsión, únicamente pensaba en que no debió expulsarme porque todavía creía todo lo que Swami Sananda me había hecho creer. Creía que él era igual a Jesús, que él era como Jesús y quizás había regresado. Haciendo creer que él es JesucristoPero al tener tiempo fuera de la presión de Swami y su grupo, pude reflexionar y darme cuenta de que sus acciones no eran consistentes con Jesús de Nazareth. Jesús era humilde y trataba a las personas con compasión, no las humillaba y jamás expulsó a ninguno de sus discípulos. «¿Cuándo Jesús de Nazaret, expulsó a sus discípulos?»

Iba reflexionando y era como si fuese despertando de una pesadilla. Así fue cómo, después de un tiempo, pude ver que yo no estaba equivocada y que un ‘Maestro Ascendido’ no podría equivocarse, por lo tanto  “Swami Sananda” no es un ‘Maestro Ascendido’. En adición, reflexionando sobre cómo es él y sobre todo lo que enseñaba, me di cuenta de que todo se lo inventó, y de que con esos fantásticos cuentos coge de tonta a la gente, así como lo hizo conmigo. Swami se burló de mí y seguirá burlándose de muchos, hasta que no despierten de la realidad de su engaño. 

«Es bien desagradable que traten de enagañar a uno, pero peor es creer en quien, con la intención de aprovecharse, engaña a uno.» 

Por lo tanto, es mejor despertar y descubrir el engaño. Por eso, al pasar unos días, recuperé la alegría, nuevos bríos, ilusión y esperanza por la vida. Era la felicidad de liberarme de un obscuro yugo torturante, que no se puede ver. Recuperé el control sobre mi vida y mi valioso tiempo para estar con quienes amo y realmente me aman. 

El hecho de haber sufrido tanto por la trampa engañosa y pretenciosa de una persona tan manipuladora como lo es Swami Sananda, tan solo me hace sentir profundamente agradecida, por la capacidad que tengo hoy día de poder disfrutar de mi apreciadísima libertad.

Hoy valoro y disfruto de mi vida, como no pude mientras era una integrante del grupo. Recuperé la felicidad que me fue robada, pude tomar decisiones personales benéficas y de superación, a parte de disfrutar nuevamente de las pequeñas grandes cosas de la vida.

¡Esto es ser verdaderamente feliz!

Mi dios, en el cual creo realmente, es infinitamente bueno y me ama; por lo tanto, desea mi superación y lo mejor para mí, en todos los aspectos de mi vida. Por lo que jamás habría sido menospreciada ni maltratada como lo fui. Merezco ser respetada y estimada, como mi ‘Dios desea que me valoren y amen’. No sé porqué no me di cuenta de esto desde un principio. Haberlo entendido me habría hecho despertar con anterioridad; pero estoy agradecida y bendecida con la libertad y felicidad que ahora siento. Siento el alivio de haber podido ver y entender los engaños de Swami Sananda; conocimiento que me ha devuelto la fortaleza, el control sobre mi vida y el poder para saberme proteger. Él y su grupo ya no pueden hacerme daño. Únicamente me preocupa la gente buena engañada que sigue allí, y desperdicia su vida sirviéndole a un individuo que tan solo se aprovecha de su credulidad e ingenuidad. 

Es muy curioso el hecho de que no entré en ese grupo por algún problema personal, económico o emocional, sino por la sencilla necesidad de conocer, porque soy muy curiosa, y quizás por la necesidad sentirme especial. Es que me atrae mucho todo lo novedoso. Eso fue lo que me llevó a participar de aquellas reuniones, porque no quería perder la oportunidad de poder descubrir el secreto de Swami Sananda. Yo quería descubrir algo fuera de lo normal, porque experimento mucho placer cuando descubro algo, y estaba muy interesada en desenmascarar todo ese misterio. Todo lo que vi  y escuché allí, me fue convenciendo; en adición a lo decente e inteligente que se veían todos los integrantes del grupo, que me hacían sentir escogida y especial. Eso fue lo que me atrapó.

Hay que investigar bien y tener mucho cuidado con grupos como lo es éste, que te demandan una asistencia casi diaria a sus actividades y reuniones. La trampa para capturar a uno es precisamente esa, porque de tanto escuchar los mismos cuentos todos los días, así sean increíbles y fantasiosos, termina uno creyéndoselos. ¡Tanto te repiten la mentira que te la terminas creyendo!

Por causa de la repetición, uno termina creyéndose todas esas historias y explicaciones. Lo malo es que a través de esas historias, te van transmitiendo la idea de que «el líder es un ‘Maestro Ascendido’, que está iluminado con sobrenatural sabiduría; por lo cual conoce la verdad absoluta, ya que es un ser divino». Por tal razón, él es la persona más justa y sabia que podrías conocer en este mundo, con la capacidad de comprender con exactitud las intensiones de los demás. Por lo cual, siempre es justo y bueno cuando los juzga malamente, ya que el ‘Maestro’ tan solo busca el bienestar y la protección de todos. Cuando uno llega a tal nivel de credulidad, el líder podrá desacreditar a quien sea, además de provocar conflictos y situaciones con el objetivo de afectar la comunicación, confianza y estima de los adeptos por sus seres queridos. El final es el aislamiento o enajenación del adepto, y la injusta condena hacia quienes realmente pueden amarles, porque el líder necesita tener seguidores vulnerables y sometidos, sin la intervención de quienes podrían protegerlos y defenderlos.

Por eso, antes de entrar en estos grupos investiga bien, no vaya a ser que confíes en todo lo que te cuentan y dicen. Si crees estar en uno de estos grupos o si tienes alguna duda, no dejes de comunicarte con la Red de Apoyo, Inc.

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